¿Qué hacer cuando el niño es víctima de intimidación?

Primero, escuche al niño. El solo hecho de hablar del problema y de que usted muestre preocupación puede ser útil y tranquilizador. Asegúrese de que el niño sepa que usted no lo culpa, ni que se siente desilusionado de él. Pregúntele qué se podría hacer. ¿El niño ha intentado algo? ¿Qué ha tenido resultado y qué no?

Aconseje al niño que no le responda al bravucón y que no le deje saber hasta qué punto lo ofende. Dígale al niño que, en cuanto sea posible, conserve la calma y que le hable de igual a igual o con firmeza (por ejemplo: «No me gustan tus burlas y quiero que pares ahora mismo», o «!Ya no más! Si sigues, voy a reportarlo al director». Para algunos niños es más efectivo no decir nada y retirarse. Otras veces da más resultado hacer una broma, burlarse de uno mismo, o tomarlo con humor para calmar la situación. Considere distintas ideas con el niño para lograr resultados eficaces. Luego, dramatice con el niño diferentes situaciones y respuestas para que esté preparado para la próxima vez.

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Exhorte al niño a que, si se siente seriamente amenazado, recurra inmediatamente a un maestro, al director o a otro adulto cercano. Usted puede también ayudar al niño a desarrollar estrategias para que no se vea enfrentado a situaciones de intimidación ni tenga que encontrarse a solas con los bravucones. Si la intimidación ocurre en camino a la escuela o al regreso, el niño puede tomar otra ruta, usar un horario diferente o unirse a otros niños para ir o venir de la escuela. Si la intimidación es dentro de la escuela, el niño debe evitar los lugares aislados o que no estén supervisados por adultos, y buscar todas las oportunidades de estar en compañía de sus amigos.

Anime al niño a establecer amistades sólidas. Un niño o adolescente con amigos leales tiene menos probabilidades de ser escogido por el bravucón, pero si ocurre, ellos serán aliados valiosos. Si el niño no tiene amigos, ayúdele a conseguirlos. Anímelo a participar en grupos sociales que compartan sus mismos intereses, como los que tienen lugar después de las horas de clase, grupos religiosos, actividades fuera del plan de estudios, o equipos. Además de que ayudan al niño a entablar amistades, le pueden estimular el desarrollo de habilidades especiales y a recuperar la confianza en sí mismo.

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En muchos casos de intimidación usted no tiene que intervenir. Pero en otros, si la situación persiste, usted tiene que hacerlo y hablar del problema con el profesor del niño, el consejero de la escuela o el director, para garantizar la seguridad del niño, para que se apliquen medidas efectivas contra el bravucón, y para asegurarse de que haya vigilancia en la escuela. Haga participar a los padres del bravucón. Proponga que la escuela implante un programa completo contra la intimidación.

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